viernes, 9 de julio de 2010

Jaque mate a la Polonia de siempre

(José Luis Orella, Diario Ya)

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales ha dado finalmente, por escaso margen, la victoria al presidente provisional y candidato de Plataforma Cívica, Bronislaw Komorowski, con un 53 %, mientras el gemelo superviviente, Jarosław Kaczyński, llegaba a un merecido 47%. El triunfo liberal significa el fin de la cohabitación política. Desde ahora, la presidencia de la república quedará supeditada a los designios del presidente del gobierno, y hombre fuerte de Plataforma Cívica, Donald Tusk. Las reformas liberales de Tusk, acaparadas por las autoridades de la Unión Europea, encontraban una gran resistencia en una sociedad polaca a la defensiva y poco confiada en los buenos consejos de la UE. La presidencia de la república servía de fuerte control de las apetencias sin límite del político mazur. Sin embargo, ahora el presidente liberal podrá materializar las reformas liberales sin ningún tipo de confrontación institucional.
Las reformas liberales pretenden transformar Polonia tanto en lo económico, como en lo social. Las ayudas europeas deben proporcionar infraestructuras para las inversiones, y el país debe eliminar la industria obsoleta como los míticos astilleros o las desahuciadas minas de carbón de Silesia. Por toro lado, la Polonia rural aún mantiene a casi diez millones de polacos, que según el programa liberal debería reducirse a menos de tres millones. Recordemos que España pasó de tres millones de agricultores a los menos de un millón actuales. A cambio, del fin de la Polonia rural y tradicional, el gobierno liberal se ha prestado a poner fin a la Polonia defensora de la soberanía moral. Plataforma Cívica ha demostrado en varios casos si posición favorable a adoptar las medidas necesarias que equipare la legislación polaca con la europea en puntos como el aborto, eutanasia, investigación embrionaria, ley del menor o equiparación de derechos de los homosexuales. Durante año y medio, los liberales disponen de un poder incontestado para poder equiparar Polonia a Europa, y destruir la herencia dejada de Juan Pablo II.
Quizás por esa cuestión, Benedicto XVI tiene prevista una reunión con políticos católicos europeos. Sin embargo, en Polonia, su destrucción moral no provendrá de la izquierda, sino del candidato liberal, victorioso gracias al apoyo uniforme del 13 % de antiguos comunistas del país báltico. La importancia de las minorías creativas se subraya una vez más.

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