lunes, 23 de noviembre de 2009

Diez Minutos

DIEZ MINUTOS (relato breve)
por Néstor Tazueco Lamata


Ya eran las 16:30 pm. Agosto comenzaba con un calor insufrible que derretía las ganas de hacer nada de provecho. Marcin miraba por la ventana de la cocina. Estaba impaciente. Como todos los días, su madre Irena le mandaría a la lechería a comprar dos botellas. Ese era su momento de libertad. Pese a su juventud, Marcin sabía que lo sentía por la hija del lechero era amor. Su largo pelo rubio y liso, sus acusadores ojos azules y los dientes levemente separados eran las mejores armas de Dagmara para volverle loco. Y ella lo sabía.

- Ya está aquí mamá. - Pensó Marcin al oír las llaves en la cerradura.
De un salto se lanzó a la puerta de la entrada y tras un breve saludo con más tintes de despedida, se escurrió entre las las largas piernas maternas, y continuó con su fuga escaleras abajo.
- ¡¿Dónde vas pequeño demonio?!, preguntó Irena pese a conocer bien la respuesta.
- A la lechería, respondió Marcin antes de salir por la puerta del viejo edificio enegrecido por tras los años de ocupación nazi.

Las 16:40. Como cada día, en el descampado de la calle Chmielna no había nadie. Faltaban cinco minutos para que llegara su amiga. Por ello, hoy él era el que debía esconderse. Así comenzaba el juego. Él que llegaba primero debía buscar una escondite y dejar un pañuelo verde atado a la rama del árbol muerto. De este modo, cuando aparecía el segundo, sabía que debía comenzar a buscar al otro.

Al principio, a Marcin le gustaba esconderse bien para reírse mientras veía a Dagmara buscarle.
- ¡Qué tontas son las chicas! – pensaba mientras la observaba -. ¿No ve que soy demasiado grande para poder estar debajo de una piedra?, se burlaba al mismo tiempo que la contemplaba.

Sin embargo, por algún extraño motivo, desde hacía un par de semanas cada vez se escondía en sitios más fáciles. Así el juego duraba menos y empezaba antes el momento en el que se sentaban debajo del árbol muerto para hablar.

Y así fue. Cinco minutos después llegó su pequeña ‘ratita’, como le gustaba llamarla para hacerla rabiar. Y uno más tarde ya le había encontrado metido en el interior de un viejo armario de la casa derruida que antes ocupaba el solar.

Diez minutos. Ese era el tiempo del que Marcin y Dagamara disponían en sus encuentros furtivos. Pasado ese suspiro, primero volvía ella a la carrera a la lechería y después él llegaba con aire despreocupado para recoger las dos botellas diarias. Una actuación que ya todos conocían en sus casas, pero que no por ello dejaba de ser emocionante.

Sn embargo, ese fue un día especial. Tras hablar, mirarse, sonreír sin motivo y hacerse bromas mutuamente, Dagmara le dio un beso en los labios. Ese momento que tanto había imaginado cómo sería Marcin, se acababa de producir sin darse cuenta. Ella se puso de pie con los mofletes colorados y mirando al suelo. Dispuesta a echar a correr. Pero él, ágil, se incorporó y la abrazó.

-Marcin, sabes que tengo que irme ya o nos descubrirán. Musito un poco avergonzada.
-No importa. Quiero repetirlo, no quiero olvidar nunca mi primer beso. Argumentó el amante.

Y así, con sus labios unidos, ambos sellaron su amor. Aquel 1 de agosto se había convertido en un día inolvidable.

Después, diez minutos más tarde de lo normal, ambos niños comenzaron su frecuente obra teatral. Y a las 17:00 de la tarde, Marcin, el chico más feliz de toda Varsovia, salió con dos botellas de la lechería de su novia en dirección a su casa en la calle Chmielna. Iba diez minutos tarde, pero no importaba tras vivir el momento más feliz que recordaba. Mamá no se enfadaría con él cuando le explicara el por qué del pequeño retraso, pese a su insistencia con no dejarle salir a la calle excepto esa media hora diaria. Mamá no…

-Pum, oyó Marcin. Crash... (Sonaron las dos bolletas al romperse contra el suelo tras escaparse de las manos del niño) Nada más. 17:10 pm del 1 de agosto de 1944.

(El joven murió el 1 de agosto de 1944 cuando fue alcanzado por una bala perdida del fuego cruzado entre los insurrectos varsovianos y las tropas de ocupación nazis que diez minutos antes, a las 17:00, habían comenzado en la calle Chmielna los combates del Levantamiento de Varsovia).

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