viernes, 6 de febrero de 2009

El cura y el electricista que derrotaron al Comunismo


Hoy se cumple y se celebra en Polonia el 20º aniversario de la primera reunión que supuso la caída del bloque comunista, de la opresión soviética en media Europa y del famoso Muro de Berlín, conocida como ‘negociaciones de la mesa redonda’ entre el gobierno comunista polaco, puras marionetas moscovitas, y el movimiento liberador Solidarnosć de Lech Walesa. Una cita tras las que se acordó realizar elecciones semilibres en 1989 que supusieron la llegada de la libertad.

(VARSOVIA). Dos décadas que para Polonia, Hungría, la antigua Checoslovaquia o Alemania han supuesto un avance con paso firme por la senda de la democracia hacía un futuro libre y sin complejos. Una historia que para los españoles queda muy lejos, por lo que muchas veces queda disipada o enturbiada por el desconocimiento y su importancia minimizada por culpa de la ignorancia. Poco se puede saber sobre lo qué realmente debía significar vivir en un país controlado por la URSS hace medio siglo, de lo que significa no tener independencia desde 1939 hasta 1989 o ser tratados como habitantes de segunda por alemanes y rusos, sucesivamente. Y es de todo eso de donde surge precisamente el movimiento que apuntillo al decrépito imperio soviético: Solidarnosć (Solidaridad).

La Solidarnosć nació durante una huelga en los muelles y astilleros de Gdandsk, la ciudad costera polaca más importante en el mar Báltico. Durante varios días, los obreros se reunieron para exigir mejores condiciones laborales y mayores libertades. Y fue en este hervidero de reclamaciones donde surgió el líder que encaminaría las ideas y guiaría a los polacos hacía la libertad, Lech Walesa. El 31 de agosto de 1980 es la fecha clave, cuando este electricista despedido proclamó los ‘sindicatos libres e independientes’. Un simple ‘chispas en paro’ que un cuarto de siglo después puede recordar sus tiempos como ex presidente de Polonia o contemplar su premio Nobel de la Paz en la tranquilidad de su hogar.

Sin embargo, para los líderes del Partido de Moscú, en ese verano de comienzos de los 80 tan sólo se había creado un grupo de alborotadores en la tercera ciudad de Polonia, lo que no era nada lo suficientemente importante como para precisar de su tiempo y energía. Y, en cierto modo, así era. Pero no podemos olvidar un dato imprescindible en la historia, desde 1978 Karol Wojtyła era el nuevo y vigoroso Papa polaco que los cardenales habían elegido en un momento fundamental. Así, Wojtyła y Walesa (la doble W) se convirtieron en los líderes de La Solidarnoć, de la lucha contra el dictador soviético y de la revolución. Y todo lo que se estaba fraguando se materializó en la visita oficial de Juan Pablo II a Varsovia el 5 de junio de 1979 cuando ante miles, cientos de miles o tal vez millones dijo: “No tengan miedo”. Y todos lo perdieron. Los líderes comunistas sabían lo que aquello significaba: Polonia, profundamente católica, no habría hecho nada sin el apoyo moral del Santo Padre, pero en ese momento lo acababan de recibir. Juan Pablo II revitalizó con aquellas tres palabras la fe en la libertad y desencadenó la dinámica política que una década más tarde puso en jaque al gobierno de Varsovia y a sus amos moscovitas. En una ocasión, Walesa declaró: “Había algo tras nuestra lucha, algo como la Voluntad de Dios, sobre todo respecto a mi papel”.

Tras aquello, los diez siguientes años se caracterizaron por revueltas en Alemania, Polonia, Praga, Checoeslovaquia. Algunas fueron reprimidas con una fuerza desmedida y con la ejecución o encarcelamiento de sus líderes, como Walesa, que pasó varios años en la cárcel, pero el tren ya se había puesto en marcha y no se pararía hasta que en abril de 1989 Solidarnosć sacarse el primer ladrillo del Muro de Berlín, “y el mundo debe recordarlo”, declaró Bronislaw Geremek, uno de los líderes del movimiento en sus días de lucha. Un símbolo, el de la Caída, que ha quedado como el símbolo del fin de la división del mundo en dos bloques y de la desaparición de la URSS, pero en realidad el momento del fin se produjo tal día como hoy hace 20 años con la primera de las varias reuniones que pusieron fin a todo. Una mesa redonda con los líderes moscovitas y sus secuaces polacos frente a los dirigentes de Solidarnosć. Y eso merece la pena recordarlo.

- ¿Por qué no hizo nada Gorvachov para evitarlo?
Parece extraño que el presidente soviético del momento, Mihail Gorvachov, no emplease la fuerza para exterminar a los nuevos demócratas que amenazaban los pilares de la URSS, como ya habían hecho anteriormente sus predecesores: Stalin, Krushov y Brézhnev, con bastante asiduidad. Sin embargo, documentos de los archivos de la KGB han demostrado que al menos sí se lo planteó. Existía un plan para lanzar las divisiones rusas sobre Polonia y acabar con aquel germen amenazador de la buena salud existente. Una purga que pretendía eliminar la rebelión encabezada por Walesa. Una idea que el presidente polaco apoyaba. Wojciech Jaruzelski simplemente sugirió a Gorvachov que enviase unas 40.000 toneladas de carne antes de la invasión para calmar el hambre del pueblo, que así recibiría a los soldados con aplausos y se evitarían posibles problemas. Pero no había carne. La URSS en 1989 disponía de 100.000 tanques y varios millones de soldados para arrasar Europa, pero era incapaz de conseguir cuarenta mil toneladas de carne. No hubo por tanto pan para el pueblo, pero, afortunadamente, tampoco leña, y la invasión se suspendió.

- ¿Qué es hoy Solidarnosć?
Actualmente, el movimiento ha perdido muchos seguidores, pero continúa muy presente en la vida polaca, aunque ya no en la política. Tras la época dorada de los 80 y principios de los 90, cuando llegó a contar con varios millones de afiliados y a dirigir los designios de la República, el cumplimiento de los objetivos con los que había surgido conllevó una crisis y una búsqueda repentina de nuevas metas. La apatía de los jóvenes, la pérdida de viejos miembros y la formación de los partidos políticos democráticos redujo su masa social drásticamente y su poder de modo exponencial. No obstante, todavía sobrevive con un buen número de personas, un papel muy respetado como salvaguarda de los valores del 89 y con continuas acciones en las calles. Desde 2006, y tras perder su brazo político las elecciones del 2001, se limita a ser un sindicato tradicional independiente del gobierno.

- Un nuevo Solidarnosć ruso:
No deja de resultar paradójico que el famoso ajedrecista ruso Garry Kasparov haya decidido llamar a su nuevo partido político opositor a Putin Solidarnost en clara referencia al movimiento polaco que luchó por la libertad, en un fácil y claro paralelismo en su lucha contra el gobierno de Vladimir Putin. Un partido que también cuenta entre sus filas con el ex primer ministro Boris Nemtsov. Una asociación que el propio ex campeón mundial de ajedez se encargó de confirmar: “El nombre escogido hace referencia al sindicato polaco Solidarnosć, liderado por Lech Walesa, que logró vencer al fascismo y se enfrentó al Gobierno comunista polaco. Nuestro primer objetivo será desmantelar el régimen de Putin. Es el único modo de restablecer la libertad y la concurrencia política en el país”, proclamó Kasparov.

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