La victoria del liberal Komorowski en las presidenciales levanta el veto de los Kaczynski a Europa y despeja el camino a las reformas
Polonia ha votado sí a la UE. El liberal Bronislaw Komorowski ganó las elecciones presidenciales del domingo por seis puntos al ultraconservador y antieuropeísta Jaroslaw Kaczynski. Con una participación del 55,31%, levemente superior a la de la primera vuelta, el líder de Plataforma Cívica (PO, 53,01%) superó al de Ley y Justicia (PiS, 46,99%). Así, el nuevo presidente y el primer ministro, Donald Tusk, líderes de centroderecha, alejan a los conservadores del poder.
Las urnas han dibujado un país claramente dividido en dos. Las zonas más ricas e industrializadas del oeste apoyaron a Komorowski, mientras el este, a excepción de las ciudades importantes, respaldó a Kaczynski. Una partición no sólo geográfica, sino también social. Y es que en estos comicios se ha agravado la tradicional brecha entre una clase media moderna, culta y urbana de centroderecha y un mundo rural, desfavorecido, agrícola y ranciamente nacionalista y cristiano, de extrema derecha. Una situación que preocupa porque distancia claramente la nueva Polonia europeísta, liberal y abierta, de la tradicional, anticapitalista e intransigente. Por ello, la segunda frase en el discurso de Komorowski inmediatamente después de que los sondeos anunciaran su victoria estaba encaminada a presentarse como el presidente «de todos los polacos».
Comienza ahora un período de un año y medio, hasta los próximos comicios legislativos, en el que las medidas y reformas prometidas por Tusk en el 2007 no corren peligro de sufrir el veto presidencial, tan usado por el predecesor, Lech Kaczynski. Reformar la sanidad pública, la Administración y el sistema fiscal para que coticen los campesinos -se calcula que hay once millones de ciudadanos que hasta ahora no pagaban impuestos- o la privatización de las empresas públicas son algunas de las más importantes. Aumentar el 30% el salario de los profesores, reducir a la mitad el coste de los billetes de ferrocarril para los estudiantes y aprobar la fecundación in vitro, entre otros, son los compromisos adquiridos por Komorowski.
En la recta final
«Tengo muchas dudas de que vayan a acometer sus reformas. Normalmente se llevan a cabo en los dos primeros años de mandato del primer ministro, porque son acciones impopulares que obligan a perder votos. Y, en esta ocasión, Tusk ya encara su último año y medio», considera la politóloga de la Universidad de Varsovia, Anna Sroka. «Sería peligroso para él», concluye.
También se muestra cauteloso el líder de la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD), Grzegorz Napieralski. «Hemos ofrecido nuestro apoyo a Komorowski y esperamos que cumpla sus compromisos con nuestro electorado. Estaremos vigilantes».
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