(José Gabriel Antuñano, ABC, 25/05/2010)
Unos días en un país extranjero ofrece la oportunidad para observar cómo valoran las turbulencias que azotan la maltrecha economía española. Así en Polonia han pasado de ver a los españoles desde los nuevos Mr. Marshall que, cargados con un palé de ladrillos, íbamos a contribuir a crear riqueza en esa nación eslava durante los comienzos de este milenio, a despertar cuanto menos curiosidad. Sin conocer el fondo de las intenciones y en diversos ambientes, preguntan si te consideras rico o pobre: tan falaz les parece el debate interno del gobierno y la respuesta en términos de propaganda para reducir la galopante deuda española (sólo llega lo anecdótico, que no ayuda a mejorar credibilidad); o bien te interrogan por el grado de confianza que despierta nuestro presidente, que un día dejó plantado al suyo y todavía no lo han olvidado.
Les resulta difícil de comprender el rápido deterioro, la pasividad de la sociedad y la incapacidad del gobierno para adoptar medidas económicas y sociales, en tiempo y forma, junto a la decisión de ahorrar, vaciando los bolsillos de los que cuentan cada noche los euros que les quedan para terminar el mes. En este marco de incomprensión les deja perplejos la falta de solidez de muchas empresas que han quebrado en los últimos meses, lo que despierta un recelo bastante fuerte que no presagia expectativas de mercado exterior, cuando escampe la crisis en España; y ante la elevadísima tasa de paro, les sorprende el silencio, la sumisión al gobierno y falta de iniciativas de los sindicatos en un país, Polonia, donde estos colectivos han mantenido, y continúan en la brecha, con un protagonismo de primera magnitud. Estas sensaciones les produce la visión de nuestro país, que con asombro por mi parte siguen de cerca, intentando contrastar informaciones por si les llegara sesgada bajo la influencia de especuladores o mercados.
Entre tanto, la crisis económica también les afecta, pero la sobrellevan mejor, porque no existía el elevado grado endeudamiento familiar, ni el afán consumista que afecta a la sociedad española y poseen un mayor sentido de la solidaridad y de nación, que se prepara para tomar el relevo a otros países, que han perdido en unos pocos meses lo atesorado durante años.
1 comentario:
España es un país afectado por un cáncer terminal y que, de no ponerle remedio, puede traer a los españoles gravísimas consecuencias. Me estoy refiriendo a un auténtico vendaval autonomista, donde los gobiernos reginales fagocitan al gobierno de la nación. Esto es una auténtica locura, salvo que se le ponga freno. Es, para poner un ejemplo, una barcaza en la que cada uno rema en una dirección. Polonia, en cambio, es un solo país. No dudo que también puede tener ciertas problemáticas, pero ante todo y sobre todo POLONIA. Aquí en España, vivimos en un eterno dilema: Hay dos tipos de españoles, unos son auténticos centralistas, u otros, por contra, auténticos periféricos. Ya veremos donde nos ponemos de acuerdo, porque la economía, y todo lo demás, está mal en un país sin orden ni concierto. Todo tiene arreglo, pero hay que acometer las soluciones rápido.
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