(24/01/11, Paco Soto, Varsovia)
El informe de Moscú sobre el siniestro divide al Gobierno de Varsovia, acosado además por la derecha radical.
El accidente aéreo de Smolensk (Rusia) del pasado 10 de abril, en el que murieron el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y otras 95 personas, divide a la sociedad polaca, pero también al Gobierno de centroderecha del primer ministro Donald Tusk. Nueve meses después de la tragedia, Polonia sigue atormentada y las teorías conspiratorias sobre el origen del 'crash' aéreo urdidas por sectores radicalizados de la derecha política y mediática envenenan la vida pública.
Gran parte del debate político gira en torno a la tragedia de Smolensk, principal caballo de batalla del ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS) del hermano gemelo del difunto presidente, Jaroslaw Kaczynski, y la élite intelectual y periodística que lo apoya. El informe del Comité Interestatal de Aviación ruso (MAK) en el que se responsabiliza del accidente a la tripulación del avión siniestrado e, indirectamente, al expresidente Kaczynski y al exjefe de la Fuerza Aérea, el general Andrzej Blasik, ha enrarecido aún más el clima político.
El Gobierno de Tusk se encuentra entre la espada y la pared. Por una parte, tiene que hacer frente como pueda a los ataques del PiS y otros radicales de derecha; y por otra, intentar no entorpecer la nueva dinámica de relaciones con Rusia. Algunos sectores sociales piensan que Lech Kaczynski fue el principal responsable de la tragedia, porque supuestamente obligó a la tripulación del avión a aterrizar en Smolensk, a pesar de las recomendaciones en contra de la torre de control debido al mal tiempo, y acusan al PiS de instrumentalizar la tragedia. Para otras corrientes, el difunto presidente es un mártir asesinado por los servicios secretos rusos. Estos sectores denuncian al Gobierno de Tusk por su «gestión catastrófica» del accidente y creen que oculta la verdad a la población. Jaroslaw Kaczynski no tiene dudas de que «la responsabilidad política y moral» es del Ejecutivo liberal, y está convencido de que Moscú es culpable. «Todo parece indicar que son los rusos los que, en el fondo, son responsables de forma inmediata y exclusiva de la catástrofe», manifestó el líder del PiS.
Las deficiencias de investigación por la parte rusa y ciertas anomalías desveladas por los medios polacos, como el hecho de que el avión siniestrado no estuviera asegurado o el saqueo de los cadáveres en Rusia, han hecho cundir la cólera en Polonia. Donald Tusk rechazó por «incompleto» el informe oficial ruso sobre el accidente aéreo, pero después tuvo que admitir que los pilotos polacos pudieron ser los principales responsables de lo ocurrido. Acusado de «traidor» por el PiS y otros sectores derechistas, Tusk, que se enfrenta este año a elecciones legislativas, intenta convencer a la ciudadanía de que su único objetivo es «buscar la verdad sobre el accidente» y defender «los intereses» de Polonia. Sus colaboradores aseguran que tras conocer el informe de Moscú quedó «destrozado», y no descarta reunirse con su correligionario ruso, Vladímir Putin.
Algunos sectores del Gobierno y del PO, su partido, se han distanciado de Tusk. Los ministros del Interior y Defensa, Jerzy Miller y Bogdan Klich, culpan del origen de la catástrofe a los controladores rusos. El jefe adjunto de la comisión polaca de investigación, coronel Miroslaw Grochowski, dijo que «los controladores rusos, sometidos a una presión interna, cometieron muchos errores, y no aportaron suficiente ayuda a la tripulación del avión durante su aterrizaje en condiciones extremadamente difíciles».
De momento no ha salido a la luz una verdad que satisfaga a Varsovia y Moscú. Según fuentes polacas, «los rusos no se atrevieron a impedir el aterrizaje del avión presidencial polaco, a pesar del mal tiempo, por miedo al impacto político negativo que habría tenido esta decisión», ya que los fallecidos se dirigían en delegación a Katyn para rendir homenaje a los 22.000 militares y oficiales polacos ejecutados por la Policía secreta de Stalin en 1940. Las fuentes consultadas aseguran que «la responsabilidad política de la tragedia es de Moscú, pero la técnica es de Varsovia. Tusk tiene las manos atadas» y si un ministro como el de Defensa «se muestra más crítico es porque debe defender a la cúpula militar».
En la misma línea numantina que Jaroslaw Kaczynski, el abogado Marcin Dubieniecki, yerno del expresidente Kaczynski, alienta la tesis de que los rusos «podían tener varias razones para llevar a cabo el asesinato» de su suegro, porque «cada nación tiene un símbolo y el de Polonia era y es nuestro presidente, quien llevó a cabo una política incómoda para Rusia». Así las cosas, la incertidumbre sobre la investigación continúa. El diario liberal 'Gazeta Wyborcza' considera que «siguen sin desvanecerse las dudas acerca del informe del MAK en lo que se refiere al trabajo de los controladores aéreos rusos». El rotativo conservador 'Rzeczpospolita' denuncia el «extraño silencio del Gobierno», y cree que «Polonia tiene derecho a presentar un recurso» al informe de Moscú, porque «ya es hora de que el primer ministro nos ofrezca una respuesta clara».
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