martes, 8 de junio de 2010

Rabino gay argentino enviado en ”mision”a Varsovia

(04/06/2010, AP)


Aaron Katz es hijo de una pareja que huyó de Polonia antes del Holocausto. Se sumó a un grupo de rabinos que tratan de revivir lo que fuera una comunidad judía.
Cuando el rabino Aaron Katz camina por las calles del viejo barrio judío de Varsovia, se imagina escenas de antaño: familias que van a sinagogas, mujeres que cocinan los platos del sabbath, los niños con los rulos de los judíos ortodoxos.
Pero la vida de Katz dista mucho de la de la Europa oriental de preguerra, especialmente en un aspecto: es el primer rabino de Polonia que admite ser gay.
Katz nació en Argentina hace 53 años, hijo de una pareja que huyó de Polonia antes del Holocausto, y se sumó a un grupo de rabinos que tratan de revivir lo que fuera una vibrante comunidad judía, arrasada por Hitler.
Se radicó en el histórico barrio judío de Varsovia en marzo, junto con su pareja, Kevin Gleason, productor en Hollywood de exitosos reality shows como “The Bachelor” y “Nanny 911″, con quien formalizó una unión civil en Los Angeles hace dos años.
Viven muy cerca de la que fuera la casa del padre de Katz, en un departamento moderno y grande, con sus dos perros. Katz dice que lo conmueven los lazos con su pasado, pero que se enfoca en el futuro.
“No creo que volvamos a tener una gran comunidad judía”, declaró, aludiendo a que antes de la guerra una de cada diez personas en Polonia era judía y abundaban las sinagogas y las yeshivas. “Pero espero poder hacer una vida normal de judío en Polonia”.
Katz es un fenómeno inusual en Polonia, un país conservador donde la condición de judío o de gay plantea sus desafíos, especialmente en el interior. De sus 38 millones de habitantes, solo 5.000 se declaran judíos. Miles tienen antepasados judíos y algunos volvieron a sus raíces luego de la derrota de la dictadura comunista.
Katz es el segundo rabino que sirve en Beit Warszawa, una comunidad reformista de 250 personas fundada hace diez años en Varsovia por judíos polacos y estadounidenses que no sienten afinidad con ciertas prácticas ortodoxas, como la de separar a hombres y mujeres durante los servicios del sabbath. Los reformistas ordenan rabinos gay.

Aceptación. Los homosexuales están ganando aceptación en la Europa oriental postcomunista. La República Checa, Hungría y Eslovenia reconocen las uniones del mismo sexo. Polonia no ha llegado tan lejos. Tiene un activo movimiento gay y discotecas gay en las ciudades, pero la Iglesia Católica y algunos políticos conservadores describen públicamente la homosexualidad como algo anormal e inmoral.

Katz, quien es ciudadano de Argentina, Israel y Suecia, dice que no ha tropezado con antisemitismo ni homofobia en Polonia. Pero algunos miembros de la comunidad judía, que pidieron no ser identificados, afirmaron sentirse un tanto incómodos.
Una mujer afirmó durante un servicio del sabbath que el que Katz hubiese admitido abiertamente su homosexualidad le parecía un poco “exagerado”. Otro miembro de la comunidad aconsejó no escribir nada sobre el rabino para evitar que eso sea usado contra la comunidad.
Piotr Lukasz dijo que apoya los derechos de los gay y marchó con una bandera de Israel durante un reciente desfile gay en Varsovia. Pero acotó que escuchó a otros judíos decir que la presencia de un rabino gay podía debilitar una comunidad judía pequeña y frágil.
“Dicen que Polonia no está preparada para un rabino gay porque tiene una sociedad muy conservadora”, manifestó Lukasz, un estudiante de antropología cultural de 23 años. “Un rabino gay es algo muy controversial”.
Otros, en cambio, no tienen problemas, como lo demuestra el hecho de que numerosos judíos, así como no judíos, asistieron a comidas que Katz y su compañero organizan en su casa, engullendo goulash y pollo con papas, y socializando alegremente.

Cocinero. Katz es el cocinero, porque le gusta ser el que manda, según Gleason, quien recibe a los huéspedes y les sirve vino a lo largo de la velada.

“Considero que la casa de un rabino debe ser un lugar abierto”, expresó Katz. “Cuando uno adopta esa posición, su familia también la adopta. Es un papel” que hay que cumplir.
La vida de Katz como rabino ha ido evolucionando y reflejando el mundo en que vivía. En la década de 1980 y principios de la del 90 fue el principal rabino ortodoxo de Suecia, casado con una mujer con la que tuvo cinco hijos, que hoy tienen entre 16 y 31 años. Posteriormente vivió en Berlín y Los Angeles. Supo tener una barba oscura, pero hoy se afeita todos los días.
La única foto en la sala de estar muestra a Katz y Gleason el día que sellaron su unión, que ellos describen como matrimonio. Los rodean sus familias, incluidos los hijos e hijas de Katz, quienes tienen una relación muy estrecha con la pareja y demostraron su aceptación de su unión regalándoles un ketubá, como se denomina a un certificado que los judíos obsequian en las bodas.
Katz dijo que tomó distancia del judaísmo ortodoxo al tiempo que asumía su condición de gay, pero que también incidió el hecho de que sus hijos no veían bien las prácticas ortodoxas. Decidió que el judaísmo reformista era más atractivo para los chicos.
De todos modos, asegura que, por más moderno que sea, le encanta la tradición.
Tiene una casa kosher y le gusta presentar gente tratando de armar parejas, siguiendo una tradición judía.
Cuando se le preguntó si había gestado algún matrimonio, respondió que “un par”.
“Eres muy modesto”, comentó Gleason.
Gleason, de 50 años, es de familia católica y se convirtió al judaísmo por Katz. Se fue de Hollywood y se dedica a recaudar dinero y cumplir funciones administrativas en la sinagoga.
La relación tan abierta que tienen toma por sorpresa a mucha gente en Varsovia.
“Lo presento como mi ´compañero´ y me dicen, ´¿es también un rabino?”´, señaló Katz.

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