miércoles, 7 de abril de 2010

Un museo de 1000 años de vida judía en Polonia

(Jennifer Guillinet, www.canalpatrimonio.com, 06/04/2010)

Sigue avanzando la construcción del Museo de Historia Judía en Varsovia iniciado en 1996. Se trata de una propuesta innovadora donde la tecnología, la historia y los mismos protagonistas se unen para recrear el pasado.

Pero el tiempo fue transcurriendo y el dolor generado por la Segunda Guerra Mundial está comenzando a verbalizarse, a incluirse como parte integrante de la identidad polaca e israelí. Son los nietos de aquellos sobrevivientes los están mirando hacia atrás, preguntando, investigando, reconstruyendo la experiencia de sus abuelos, intentando modificar el presente. Basta recordar que en 1939 vivían alrededor de 3.3 millones de judíos y constituían un 10% de la población total del país. En 1945, el número se redujo a 380.000 sobrevivientes judíos polacos, es decir que fue asesinada cerca del 90% de la comunidad judía de Polonia.
Y de la mano de estas iniciativas generacionales, el Estado polaco ha dado más que indicios a la hora de proveer de recursos y apoyo para la creación de un museo sobre la vida judía en Polonia. De hecho, el 85% del capital utilizado para su construcción fue donado por la Municipalidad de Varsovia, y una vez inaugurado será parte del patrimonio de museos nacionales.
Según lo establece su página web, www.jewishmuseum.org.pl, el Museo explorará los 1000 años de vida judía en Polonia. Desde los primeros asentamientos en el siglo XXIII hasta la posguerra. Tendrá siete galerías donde se irá relatando la historia de forma interactiva y multimediática. Su inauguración está programada para el año 2012 y se estiman 450.000 visitantes al año.
Nili Amit es investigadora del Museo y estuvo recientemente en la Argentina en el marco de una serie de conferencias organizadas por la Embajada de Polonia acerca de las relaciones polaco-judías. Se graduó en Ciencias Políticas y Literatura Inglesa en la Universidad de Jerusalén y actualmente se desempeña como coordinadora de los asuntos israelíes y del proyecto “Raíces polacas en Israel”.

-. Si tuvieras que resumir el objetivo principal de este museo, en dos o tres párrafos, ¿cómo lo definirías?
-. Voy a retomar las palabras del ex gran rabino de Israel, Meir Lau, quien dijo, en la ceremonia de anuncio hace dos años y medio aproximadamente: es mejor tarde que nunca, es tiempo que todos aprendamos no sólo cómo los judíos murieron sino también cómo vivieron. Y creo que esto lo resume bien, conocer la riqueza de la cultura judeo polaca, saber qué perdimos.

-. ¿Qué aporta este museo? ¿Por qué se está construyendo ahora? ¿Qué cambió?
-. Creo que tiene que ver con un tiempo, una necesidad de dos sociedades como la polaca y la israelí. Es un poco extraño, pero por alguna razón, sucedió al mismo tiempo, porque la Nueva República Democrática de Polonia quiere descubrir su pasado judío, pensemos que después del Holocausto, la comunidad judía prácticamente desapareció. Además tenían una visión muy etnocéntrica de la historia de los polacos durante la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo sucedía en Israel. No había buenos vínculos entre ambos estados, durante los años 50´ y después de 1968, los judíos fueron expulsados de Polonia, había fuertes campañas antisemitas. Pero, nuevamente, después de la caída del comunismo, ambos países comenzaron a tener relaciones muy amistosas. Israel ayudó a Polonia a cambiar la imagen de ser un país antisemita y encontró en la Nueva República un gran aliado político en la escena internacional, sobre todo en la Unión Europea. A su vez, recordemos que el sionismo se basó en la negación de la diáspora. Todos decían: somos diferentes, somos mejores, no queremos hacer nada con la diáspora y no tenemos que aprender nada de ellos. Generaciones de israelíes crecieron sin saber acerca de sus raíces, acerca de la riqueza de su gran patrimonio cultural. Pero en los últimos veinte años, comenzaron a querer conocer sobre su propia historia, sobre la diáspora. Entonces, ambas necesidades se unieron y cuando el gobierno de Polonia quiso crear este museo, Israel apoyó la idea, para que los jóvenes aprendieran sobre la diáspora judeo polaca.

-. ¿Cómo cree que la sociedad polaca verá este museo?
-. Creo que van a estar muy entusiasmados, ya lo vi. Este museo está dirigido a gente que no recuerda a Polonia antes de la Segunda Guerra Mundial y quieren aprender historia. Es una buena oportunidad para conocer la unión e influencia entre ambas culturas. He viajado por todo el interior de Polonia dando conferencias y charlas, y puedo asegurar que hay un gran interés en preservar el patrimonio judío en aquellos pueblitos que antes de la guerra tenían una gran población judía. De hecho, creamos el portal www.sztetl.org.pl, donde miles de personas de toda Polonia nos envían fotos, testimonios, material, memorias. Y yo creo que esto es un buen indicador sobre cómo ven la creación del museo.

-. Es un proceso colectivo…
-. Bueno, colectivo es difícil de definir, pero sí que tiene un gran apoyo y también de la municipalidad de Varsovia. Además se convertirá en Museo Nacional, lo que significa que tendrá todo el apoyo del Ministerio de Cultura.
La historia personal de Nili Amit parece recorrer el mismo trayecto que el museo, casi como si ambos fueran destinados a reunirse en el futuro. Sus padres nacieron en Polonia y sobrevivieron a la Shoa, ambos habían perdido a sus familias, por lo que al conocerse comenzaron una nueva vida.

-. ¿Cómo se siente siendo parte del Museo?
-. Bueno, sin ser dramática, diría que estamos haciendo historia, es un privilegio ser parte de este emprendimiento. ¿Cuántas veces se crea un museo que muestra mil años de historia? Es una oportunidad para que pueda brindarle un ángulo israelí al museo, porque cuando comencé a trabajar en este proyecto, organicé una conferencia en la Universidad de Tel Aviv e invitamos a estudiantes de todo Israel para presentar la matriz conceptual y desde entonces, muchos se han incorporado a los grupos de trabajo e investigación del museo. Es muy importante que sea un equipo internacional de historiadores judíos y no judíos que se complementan, y es fundamental que se cuiden las sensibilidades de ambas naciones.

-. ¿Y cómo trabajan con esas sensibilidades? Me imagino que es todo un desafío…
-. Creo que está relacionado con la predisposición de los jóvenes a escuchar y aprender de los otros, a conocer la verdad. Nos concentramos en aquellos temas que nos unen, y no los que nos dividen. Por ejemplo, grupos de jóvenes israelíes vienen a escuelas polacas, los mezclamos con estudiantes locales, hacemos actividades para conocerse (aunque muchos ya se conocían de antes porque habían intercambiado mails) y luego nos focalizamos en trabajar la tolerancia, en enseñar que hay que aceptar que hay otro diferente. También hacemos un taller sobre Janusz Korczak, el pediatra y escritor polaco que murió en Treblinka con los niños de su orfanato teniendo la posibilidad de salvarse. Fue un escritor de literatura infantil muy admirado en Polonia y es sagrado para ambos países. Otro de los talleres es sobre los Justos entre las Naciones, un tópico que une.

-. El sitio interactivo www.sztetl.org.pl se nutre del material de familiares y amigos de ascendencia polaca,¿Cree que cambiará su experiencia personal en relación al país?-. Seguramente. Es el único portal de esta naturaleza y de repente alguien puede ingresar y ver dónde vivían sus padres o abuelos, buscar información sobre lo que hacían, los lugares donde estuvieron. Es asombroso, se forman verdaderos schtetls (pequeñas pueblos en idish). Y supongo que para los polacos también es interesante, pueden aprender sobre los judíos. Por supuesto esta es la naturaleza de un sitio social, se forma una comunidad presente en todo el mundo.
Interacción, suma de experiencias. Esa es la premisa que guía su fundación y que pretende direccionar la casa cultural. Tal es así que se creó un programa que colecciona objetos que representen la vida judía en Polonia y se nutre de aportes de todo el mundo. Hoy hay cerca de sesenta mil clasificados y computarizados.
La idea es que estos aportes e intercambios entre la comunidad y el museo crezcan, se complementen, ayuden a recrear los mil años de historia conjunta.
Es mejor tarde que nunca, como bien señaló el rabino Meir Lau y retomó Nili Amit. Mejor tarde que nunca.

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