martes, 23 de febrero de 2010

Polonia se refleja en cristal isleño

(POR MOISÉS Á. MONTERO, Abc.es, 21/02/2010)

SANTA CRUZ. ¿Qué tienen en común la nueva torre de control del aeropuerto de Los Rodeos y la sede del Tenerife Espacio de las Artes? Seguramente, a casi nadie se le ocurriría contestar que tanto en la infraestructura aeroportuaria como en el recinto cultural el vidrio tiene una presencia destacada. Menos aún serían quienes supiesen que, en ambos casos, sus amplias cristaleras son obras de una misma empresa. Y difícil resultaría encontrar a alguien que acertarse al responder que esa industria vidriera es de capital cien por cien canario y que lleva trabajando en las Islas desde hace ya casi cuatro décadas.
Pero Cristalerías Marrero no sólo se conforma con haber firmado trabajos de tal envergadura, sino que está dispuesta a traspasar las fronteras del Archipiélago y servir de excepción a la utopía que supone para la mayor parte de las empresas canarias el proceso de internacionalización. El inesperado destino, Polonia.
«¿Por qué en Polonia? Porque había que buscar un país con dinero en el bolsillo, y, en este sentido, Polonia es ahora receptor de gran parte de los Fondos Estructurales Europeos, como lo fue España. Además, cuenta con un marco seguro y necesita acometer mucha obra civil», explica Nuria Hernández, administradora de Cristalerías Marrero, quien cita también aspectos como la juventud de la población y los buenos niveles educativos y tecnológicos como otros de los factores que hacen de la región del este del Viejo Continente una apuesta interesante.
De este modo, la planificación de la industria canaria fija para los próximos mayo o junio la apertura de la «Marrero Polska», que exportará el «saber hacer» de la empresa de origen tinerfeño más allá de las fronteras del Archipiélago y que supondrá la prueba de que la internacionalización no debe ser una quimera para la clase empresarial de las Islas. «Entendimos que una empresa canaria no iba a durar siempre aquí y que tampoco podría tener mucho más desarrollo profesional», comenta Hernández, que advierte de que, llegado a un punto, «el mercado se agota».
Eso sí, la administradora de Cristalerías Marrero tiene claro que, más allá de lo estrictamente empresarial, dar el salto a otros mercados exige también un compromiso personal que no todo empresario está dispuesto a asumir. «La empresa no debe ser nunca un sufrimiento; hay que querer llevarse experiencias de esta vida y, además, no se debe tener apego a los bienes», apunta la empresaria en la lista de su particular fórmula mágica.
De hecho, añade que fueron esas premisas la mayor parte del equipaje con que desembarcó en Polonia junto a la empresa que había fundado su padre allá por 1972 y que cuenta hoy con medio centenar de trabajadores en plantilla, a los que se sumarán ahora diez empleados más en la delegación de Polonia. El origen de Cristalerías Marrero, pues, es eminentemente familiar, por lo que constituye también un ejemplo de esos negocios -en las Islas, los que menos- que no sólo consiguen sobrevivir a la llegada de la segunda generación, sino que, incluso, dan un paso adelante cuando los padres deciden retirarse y ceden la dirección a sus hijos.

La crisis, una oportunidad
Hernández recuerda que, en octubre de 2008, la crisis irrumpe de pronto en la empresa, como en todas, cuando ya habían adquirido la maquinaria para una nave industrial situada en Granadilla, al sur de Tenerife. Con la certeza de que el mercado se había complicado sobremanera, replantean la situación y deciden trasladar la maquinaria hacia Polonia, más concretamente, al sur de Varsovia. Es así como lo que debía ser una planta industrial en el sur de Tenerife acabará en poco tiempo siendo una planta industrial en el sur de la capital polaca.
«Para salir de esta crisis, no creo que baste con reducir gastos, hay que ir más allá», reflexiona la empresaria, convencida de que Polonia puede ser un destino idóneo no sólo para su industria, sino para muchos otros empresarios del Archipiélago que viven hoy angustiados en medio de una crisis que aún no ve final.

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