lunes, 7 de diciembre de 2009

Polonia duda si conservar o no los monumentos comunistas

El Palacio de Cultura de Varsovia está en el punto de mira por ser un capricho del dictador Stalin
(P.SOTO | VARSOVIA. Larioja.com)

Vista del Palacio de Cultura. Néstor Tazueco.

«El Palacio de la Cultura de Varsovia es un símbolo. Aunque pertenezca a la época comunista, representa a nuestra ciudad y es querido por mucha gente», cuenta Marek Smolar, un joven de 27 años, empleado en un banco del centro de la capital polaca. Jarolslaw B. tiene 40 años y vivió la mitad de su vida bajo la dictadura comunista. Padre de un niño de 11 años, Jaroslaw califica de «vergonzoso» que en el corazón de Varsovia esté situado el Palacio de la Cultura y de las Ciencias, conocido popularmente como el PKIN. Es el cuarto rascacielos más alto de Europa. Stalin ordenó su construcción, en el más puro estilo del realismo socialista, en 1952.
Fue un regalo del dictador soviético a Polonia. Un regalo envenenado. Durante años, el PKIN se llamó el Palacio de Stalin. Unos 3.500 obreros, todos ellos rusos, participaron durante tres años en su construcción. En la URSS, se tuvieron que construir fábricas para producir la cerámica y los 40 millones de ladrillos utilizados en la edificación del PKIN. En la actualidad, esta mole despierta sentimientos encontrados. Muchos ciudadanos, como el joven Marek Smolar, quieren conservar el PKIN. Otros, como Jaroslaw B., están a favor de su destrucción. Las autoridades polacas, como ocurre en otros países de Europa central y oriental, no saben lo que hacer con el PKIN y los monumentos de la época comunista que siguen en pie en plazas y calles de muchas ciudades.

Monumento protegido
Es una historia de amor y de odio entre los varsovianos y su PKIN, que también afecta a la vida política del país. Situado en pleno centro de la capital polaca, a pocos metros de la estación central de ferrocarriles y de grandes y modernos centros comerciales, esta torre de 230 metros de altura no deja indiferente a nadie.
El ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, dijo recientemente a una emisora de radio que «lo mejor que podríamos hacer, es destruir el Palacio y en el solar construir un parque, para que los varsovianos puedan pasearse». El diario Gazeta Wyborcza recordó que el PKIN es un monumento protegido por la ley y, por lo tanto, no se puede destruir.

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